El Nacimiento de la Música Moderna

Nueva Orleans, 1817:
Una de las ciudades más cosmopolitas del mundo en la que, sin embargo, la esclavitud estaba a la orden del día. Solo había unas pocas horas de libertad a la semana, los Domingos por la tarde en Congo Square, donde se reunían para cantar, bailar y compartir ritmos de influencias africanas y caribeñas. A partir de entonces, la evolución de la música iría muy ligada a los acontecimientos sociales que se desarrollarían en los años venideros.

viernes, 15 de abril de 2011

Conflicto por la cultura

 “Si censuren la cultura manipulen els mitjans, canta Pau Alabajos en  su canción Futur en venda. Reflexionemos cada uno sobre quién ha escrito este mensaje y a quién va dirigido. Qué valores transmite. Qué ideología defiende. Y ahora pensemos cuán ajeno nos resulta. ¿El resultado? Nos sorprenderíamos al ver que muchos de nosotros ignoramos el problema que esas letras reflejan; una verdadera desigualdad que ha caracterizado la sociedad española durante años y  por la que se sigue luchando constantemente.

Dispuestos a conocer música en lengua catalana, el listado de autores que podríamos hacer sería muy largo. Pero de nada sirve esta afirmación cuando observamos por la mirilla el angustioso panorama que nos presentan los medios de comunicación como principales canalizadores de la cultura en la sociedad contemporánea. Pocas veces habremos visto a Antònia Font en televisión. Pocas veces habremos oído hablar en los medios sobre los conciertos que La Gira  (Festival Itinerant de Música en Valencià) realiza cada año en la Comunidad Valenciana. Sufrimos en efecto  un auténtico problema de acceso a la cultura catalana, y la música forma parte de esta cultura.

Descartemos de antemano que este problema venga dado por una diferencia de clases sociales. Pensemos en Marx y su paradigma crítico del conflicto y veremos cómo quedan cabos sueltos por atar. No existe una diferencia exclusivamente económica entre los grupos que escuchan música en catalán y los grupos ajenos a ella.  Si bien muchos de los autores catalanes optan un discurso político en reivindicación de la lucha de clases, no obviemos que también existen grupos ajenos a éstos, una música más integrada en la industria cultural, desprendida (por tanto) de la carga política en sus mensajes. Sin embargo, están todos afectados por un mismo problema, se encuentran todos con los mismos obstáculos.

El catalán es una lengua minorizada, en nuestro país sólo se habla en regiones concretas. No olvidemos tampoco  el conflicto interno entre las diferentes variedades dialectales que la caracteriza. Todo esto desemboca en un gran conflicto de intereses entre los que ejercen su papel en el poder y los que son ajenos a éstos. Para los grupos que integran los organismos burocráticos, la lengua catalana queda en un segundo plano. Las reivindicaciones de los llamados Països Catalans tampoco interesan.  Esta lucha no encaja con sus intereses. En estos momentos si no hablas la lengua catalana, si no formas parte de la propia cultura, si no mantienes un contacto directo con ella (bien por iniciativa propia o por influencia de terceros), es difícil tener consciencia de lo que está pasando.

Weber y su paradigma no crítico nos permite organizar mejor las ideas y ver el problema con más claridad. El autor define una estructura social multidimensional, y el poder (o partido) es una de las características. Según el sociólogo, un colectivo se ubica en la sociedad respecto a las organizaciones o instituciones que dominan o tienen acceso al poder. Y en este contexto es evidente cuán lejos están los organismos de poder con respecto a la cultura catalana.

Terminemos con buen sabor de boca, una positiva perspectiva de futuro. La lucha por extender la música en lengua catalana se va extendiendo poco a poco, y la comparación de la situación actual con la de hace apenas 5 años ha mejorado extraordinariamente. La aceptación por parte de la sociedad de música en una lengua poco hablada y conocida es cada vez mayor. Y la movilización social también. Os dejamos con L’olor de la nit, del grupo de música Mishima, y el enlace de una noticia de El País donde se habla de la manifestación del próximo sábado 16 de abril en contra de la supresión de la señal de TV3 (televisión autonómica de Cataluña), en la que Lluís Llach cantará. 


RAP Y DESIGUALDAD

Las raíces del hip hop pueden encontrarse en la música afroamericana y últimamente en la música africana. Los griots de África Occidental son un grupo de cantantes y poetas viajeros que forman parte de una tradición oral que se remonta a cientos de años atrás. Su estilo vocal es similar al de los raperos.

Después de esta breve introducción con la que hemos definido los orígenes del Hip Hop también denominado Rap nos trasladamos a España.
El primer disco de rap en España fue un recopilatorio titulado "Madrid Hip Hop" publicado en 1989. Es a partir de esta época cuando cambia radicalmente esta corriente musical y el culpable o uno de los culpables más importantes de este cambio sería el rapero Kase O.

Del caldo de cultivo que había venido tomando forma durante los años noventa, tanto en términos de seguimiento por un público todavía minoritario pero consolidado y de número creciente como por parte de una cantera de músicos forjada en el circuito de maquetas e independiente, surge un conjunto de artistas que contribuyen a la consolidación del género gracias a la publicación de varios trabajos que sentarían las bases del estilo en España y darían lugar a la aparición de una escena profesionalizada.

Bien situados ya en el tema de como surgió y quienes fueron los impulsores del Rap en España, comentar que el Rap es un estilo musical violento, agresivo, radical, etc. Sus letras están cargadas de violencia y esto es así por que el Rap nació como una tipo de música en el que sus letras están cargadas de protestas contra temas que nos afectan a toda la sociedad.

En general los Raperos originales estaban clasificados como una clase social marginada y dominada por una clase social más elevada entre la que siempre ha existido un conflicto. Podríamos hacer una comparación con la eterna lucha entre trabajadores y empresarios pero, volviendo al tema del mundo del Rap; podríamos decir que las letras de Rap están cargadas de reivindicaciones y en contra de las decisiones tomadas por los gobiernos, y muchos más problemas que nos afectan.
Un ejemplo de una letra de Rap sería el siguiente:



Como conclusión para cerrar el tema podríamos enlazar el tema con la teoría de Webber en la que se habla que en la sociedad siempre habrá conflicto de intereses humanos. Yo esto lo entiendo como que la sociedad siempre estará estratificada y siempre habrán personas que quieran mandar mucho y tener poder en la sociedad y oprimirán a otros para así seguir enriqueciéndose a través de estos.
Lo único que podemos seguir haciendo para cambiar esta situación... seguir concienciando a la gente con estilos de música, educándolos de manera que no se perjudique a nadie y a ver si en un futuro se puede cambiar y hacer de esta sociedad una sociedad mejor.



BOB DYLAN Y SU RELACIÓN DURKHEIM Y WEBBER

Desde el punto de vista de la teoría funcionalista, encabezada por Durkheim, se propone una reestructuración del orden social. Cuando hablamos de esta reforma,  se argumenta que el verdadero problema de la sociedad radica en la moralidad y no en el conflicto con  los bienes materiales. Hablamos de una idea, bastante filosófica. Hablamos de la idea de centrar nuestros sistemas normativos, es decir, las pautas que guían nuestra manera de actuar, en los valores morales, en detrimento de las leyes jurídicas o nuestros hábitos y costumbres.

Podemos establecer un símil de esta teoría con la música de Bob Dylan. El cantautor de Minesota, está reconocido como uno de las figuras más influyentes de la música contemporánea por los mejores músicos de la historia. Entre sus obras más destacadas encontramos algunas como Blowin’ in the Wind o  A Hard Rain's a-Gonna Fall que criticaban los conflictos bélicos. Pero uno de los aspectos por lo que este cantautor ha sido reconocido mundialmente es por su fama de poeta. Muchas han sido sus letras las que han abogado por el cambio de valores sociales y morales como Subterranean Homestick Blues.

Si nos centramos en la relación de Dylan con la teoría de Webber que argumentaba (no de manera crítica) claras diferencias materiales entre clases podemos encontrar, el efecto más común del poder económico respecto a la música, y es la comercialización. A pesar que el cantautor tuviera un comportamiento en contra de las políticas de las discográficas (ver caso de Ed Sullivan Show) en la actualidad su música se ha convertido en una marioneta más del sistema a merced de los poderes mundiales. Su música a pasado de ser himnos llamados a la acción social, a convertirse en piezas clásicas del rock que se guían por el número de copias vendidas. Hablamos por tanto del poder de los sectores más pudientes de la sociedad de hacer suyos, mensajes que a priori eran en contra de sus actuaciones. Hablamos de cómo los altos estratos económicos han desactivado por completo a lo largo de la historia a favor de sus intereses los mensajes que defienden una sociedad mejor.


La década de la contestación y el funcionalismo de Durkheim

El mundo afrontaba la entrada de la década de los 60’ con una ilusión y una alegría totalmente renovadas, dejando atrás definitivamente la terrible 2ª Guerra Mundial y todos los acontecimientos que orbitaron a su alrededor. En EEUU, John Fitzgerald Kennedy (que había ascendido a la presidencia del país en el mismo 1960) era el rostro de la nueva orientación política que pretendía reorganizar el mundo a partir de unos nuevos valores mucho más liberales. Su asesinato pocos años después fue tan sólo uno de los muchos acontecimientos que harían tambalearse al mundo durante una de las décadas más bulliciosa del s. XX. La década, en todas sus manifestaciones culturales, políticas… estuvo muy marcada por un activismo social enorme, una ilusión y una alegría desbordantes, la presencia de las drogas y ciertos episodios de violencia. Conflictos como la Guerra de Vietnam, la lucha por los derechos de la población negra en EEUU y el Mayo Francés del 68’ son algunos de los acontecimientos más destacados. En la base de todos estos conflictos había, no obstante, un denominador común: la lucha por cambiar unos valores y unas dinámicas preestablecidas y que la sociedad (y las juventudes como elemento de la sociedad más proactivo) no compartía o había decidido dejar de seguir.

El consenso y la cohesión social habían desaparecido en muchos aspectos, a pesar de los esfuerzos de un Estado que no apoyaba los deseos de su población (teoría del conflicto dentro del funcionalismo). Así pues, el movimiento hippy nacía como respuesta pacifista a acontecimientos como la Guerra de Vietnam, y la revolución sexual que predicaban los jóvenes no era sino una forma de escapar del estrecho cerco que los anticuados valores morales aún ceñían sobre ellos. Sociológicamente hablando, los intereses de unos y otros no podían estar más encontrados.

En cuanto a la música, la década estuvo marcada por dos grandes corrientes. En primer lugar, la música folk que encabezaban artistas como Bob Dylan, Joan Baez o Pete Seeger. Eran canciones protesta con un marcado contenido pacifista y estaban directamente inspiradas en los acontecimientos que se estaban desarrollando en la década. En segundo lugar, pero no menos importante, la llamada Invasión Británica. Grupos como The Beatles, The Kinks, The Rolling Stones o The Who irrumpieron con gran fuerza en el mercado internacional. Así pues, en EEUU empezarían a aparecer bandas que, a la gran influencia de todas las anteriores, añadirían su propio estilo. Hablamos de bandas como Creedence Clearwater Revival, Lynyrd Skynyrd, Jefferson Airplane o The Doors. A pesar de que muchos Estados aprovecharan el filón de ciertos artistas para fortalecer su posición tratando de adaptarse a las nuevas tendencias (nuevos valores), el carácter de muchas de las estrellas escapaba totalmente a su control y a su voluntad. A las amables melodías de los primeros Beatles (suficientemente correctas para los intereses del Estado) seguirían las explícitas letras de los Stones (que trataban temas como el sexo y las drogas sin tipo de tapujo), las temerarias provocaciones de Jim Morrison y sus Doors en la televisión americana (quienes, aún siendo alertados, se negaron a cambiar un verso de Light My Fire en el mediático The Ed Sullivan Show, dejando al propio Ed Sullivan visiblemente enfadado, lo que les valió un largo veto televisivo) o las bacanales y excesivas fiestas que organizaban los Who en plantas de hoteles enteras (y que, en una ocasión, acabó con un Rolls Royce en la piscina de un Holiday Inn, cadena hotelera que no volvería a acoger a la banda nunca más), etc.

El papel de muchos de estos artistas fue clave para modificar ciertos valores y ciertos aspectos de la sociedad que se encontraban verdaderamente desfasados (el pacifismo, la democracia o la libertad). El Estado trató siempre de controlar, con mayor o menor éxito, este proceso de reciclaje moral que tanto necesitaba el mundo después de una dura 2ª Guerra Mundial y una hostil y gris Guerra Fría en sus inicios. El Estado pues, en la línea de las teorías de Durkheim, se encargaba de preservar y controlar (en la medida de lo posible) los valores morales del sistema. Sin embargo, a esta “revalorización” acompañaría, paradójicamente, una progresiva pérdida de valores que ya en los años 60’ podríamos identificar. Al pacifista Festival de Woodstock siguió, pocos meses después el agitado  y violento Altamont, mientras bandas como The Stooges, liderada por Iggy Pop, radicalizaban aún más su discurso y sus letras, anticipando lo que pocos años más tarde encontraría su auge en el punk. Este fenómeno y la respuesta de los neo-cons tiene aspectos sociológicamente muy interesantes para el contenido de nuestro blog, y su análisis será de obligada tarea en futuras entradas de Congo Square.


UN NUEVO MUNDO Y UN NUEVO RITMO (II)

Sociológicamente hablando, los 15 años que van desde el final de la 2ª Guerra Mundial hasta el inicio de los 60’ es muy interesante. Por una parte hemos tenido un conflicto en el que, tanto en su origen como en su desarrollo, la propaganda política  ha tenido un papel esencial. Por otra parte, el enriquecimiento de los Estados Unidos (que no sufrieron el conflicto en su territorio) y la pronta recuperación de la Europa Occidental (gracias, una vez más, a las ayudas norteamericanas) generó la reaparición de una verdadera sociedad de consumo , que nació en los felices años 20’ y que, tras el desastre bursátil del 29’, había quedado un tanto aletargada. La modernidad volvía a ser un factor importante más allá incluso de su nivel tecnológicamente mejorado por los avances durante la época del conflicto y que tuvieron múltiples aplicaciones más allá de la belicosidad. Además, todo lo acontecido supuso unos importantes cambios en las estructuras de la comunicación , pues, en adelante, toda información tenía un marcado carácter ideológico: se dirigía siempre hacia los miembros del mismo bloque (capitalista o comunista) y servía tanto de refuerzo de unos ideales como de crítica hacia los opuestos. Esto se daba a niveles tanto políticos como de publicidad comercial o simples emisiones radiofónicas y televisivas, y suponía una comunidad (un conjunto de intereses y opiniones compartidas) que, a pesar de la evidente diferenciación con el rival, suponía el primer eslabón hacia una sociedad actual globalizada (hasta entonces las fronteras políticas eran también las fronteras de la información y de lo compartido). 


Con todo esto nace la llamada sociedad de masas, que encuentra en la bonanza económica y la creciente globalización sus figuras parentales. Y esta nueva sociedad, que ha vivido una guerra y sigue experimentando un proceso de tensiones evidentes, demanda un régimen de libertades mayor y todo un nuevo elenco de manifestaciones culturales que se mantengan dentro de unos aún rígidos valores morales y sean, a la vez, innovadores. Con la llegada de los años 50’, Hollywood vivió una nueva época dorada; la opinión pública acerca de la televisión se había deteriorado y el cine se volvía a considerar un producto artístico serio. Títulos como “Rebelde sin causa”, “Senderos de gloria”, “Con faldas y a lo loco” o “La reina de África” y actores, actrices y directores del calibre de Billy Wilder, Marlon Brando, Gary Cooper, James Stewart, Grace Kelly o Alfred Hitchcock. Musicalmente hablando también se trata de una época innovadora. Al éxito de artistas como un joven Frank Sinatra o grandes del jazz como Louis Armstrong o Duke Ellington, se sumaría a partir de entonces un nuevo género: el rock & roll. Inicialmente conocido como rhythm & blues (puesto que partía de una base de blues acelerada, más rítmica) fue Bill Halley y his Comets el primero en usar la palabra rock en la acepción más popularmente conocida hoy en día, en su éxito “Rock Around The Clock” de 1954. Se trata de un género rápido, joven, innovador, que daría pie a cambios significativos en la música de las siguientes décadas. Sin embargo, éste se convertiría en una de las evidencias más grandes del clima de tensión y control político que dominaba la sociedad de entonces.


En efecto, Estados Unidos se apoyó en la creación de ciertos ídolos que representaran sus cánones y su estética determinada, pretendiendo evitar, así, la divergencia de opiniones o pensamientos. El primer producto de la naciente sociedad de masas fue un joven de Memphis, que, grabando una maqueta de clásicos de la música americana como regalo para su madre, captó la atención de un avispado productor. Era Elvis Presley, y se convirtió en símbolo de toda una generación. Era “un blanco con voz de negro”, como lo definió una vez sudescubridor; no podían haber encontrado nada mejor que brindar al neonato público de quinceañeras histéricas, que hoy en día es algo sobradamente conocido pero que, por aquel entonces, resultaba inaudito. Aquel chico de caderas temblosas encandiló a todo un país y se convirtió en auténtica leyenda: Marilyn Monroe y él fueron los primeros productos de la primera cultura de masas. Supuso un fenómeno de tal magnitud que prácticamente eclipsaba a todo lo que se le ponía por delante. Sin embargo, es especialmente importante hacer referencia a Chuck Berry, un negro con voz de negro, y que no tuvo la misma repercusión mediática (quizá por eso mismo)  a pesar de ser un gran innovador, lo que confirma la política conductista que, debido al carácter de la Guerra Fría, se radicalizó en cada uno de los bloques para tratar de evitar cualquier tipo de divergencia interior. Muy destacable también fue la labor de genios como Jerry Lee Lewis (que revolucionaría la forma de tocar el piano en adelante), Ray Charles (que sería uno de los pioneros del estilo motown en los 60’), Little Richard (que influenciaría enormemente en su forma de cantar y en sus composiciones a grupos tan importantes como Creedence Clearwater Revival), Eddie Cochran (quien compusiera algunos de los temas más brillantes de la década), Buddy Holly and The Crickets (que tendría un peso grandísimo en las futuras composiciones tanto de los Beatles como de los Stones) o The Everly Brothers (cuya armonía vocal heredarían con éxito Simon & Garfunkel).


miércoles, 6 de abril de 2011

El fenómeno inmigratorio en España

La bonanza económica que acompañó a España en los últimos años, unida a un clima y un modo de vida muy atractivos, convirtió el país en uno de los destinos más populares entre la población emigrante. Este flujo, a veces masivo pero con altibajos, ha generado una sociedad multicultural y compleja y un sistema de desigualdades hasta la fecha desconocido. Al margen de sus nacionalidades, podríamos dividir el flujo migratorio que llega a España en dos grandes grupos: por una parte encontraríamos aquellos inmigrantes (acompañados de sus familias) que llegan con edad e intención de trabajar y, por la otra aquellos que llegan para gozar de una jubilación dorada.
            En cuanto al segundo grupo, suelen ser ciudadanos jubilados del Reino Unido, Alemania, Noruega u otros países del norte y centro de Europa. Por norma general, se establecen dentro de la corona Mediterránea, en localidades cercanas a grandes núcleos turísticos como Dénia, L’Alfás del Pi… Por las características de sus países, el acceso a la cultura (y, por supuesto, a la música) no dista demasiado del nuestro, y para el tema que nos ocupa resulta pues, mucho menos enriquecedor. Otro caso bien distinto es el del otro gran grupo inmigratorio.
            Este grupo engloba a gente de nacionalidades muy distintas y con culturas muy distintas bajo un mismo “objetivo”; encontrar un trabajo y una estabilidad económica entre las fronteras españolas. Hace casi diez años (un 18 de agosto de 2001) llegaban a las costas de Gibraltar y Fuerteventura 567 marroquíes y subsaharianos de golpe. Dos años más tarde, en octubre de 2003, 550 llegaban a las costas de Tarifa y Motril (fuente: ElPaís). Era la segunda mayor oleada de inmigración de la historia de España, después de la de 2001. La dinámica siguió repitiéndose de manera más o menos similar hasta hace bien poco, cuando explotó la burbuja inmobiliaria y la utopía y la sobrevaloración españolas con ella. Actualmente el flujo ha decrecido enormemente en nuestro país, mientras de Italia nos llegan noticias de grandes flujos inmigratorios que el gobierno a duras penas puede controlar. Marruecos, Rumania, Ecuador y Colombia suelen encabezar las listas de inmigrantes en España, aunque recientemente cabe destacar el enorme aumento de la inmigración china. Como hemos dicho antes, comparten un mismo objetivo, pero sus características culturales son, evidentemente, muy diferentes. La variedad de culturas tan grande genera una desigualdad también ingente en cuanto al acceso a ella. La cultura marroquí poco o nada tiene que ver con la cultura rumana o ecuatoriana, y normalmente el acceso a una (por adscripción) deniega el acceso a otra (por el mismo fenómeno). Si bien es cierto que la cultura española queda más al alcance de todos los inmigrantes (ya que es el país “receptor”), este hecho no es conmutable y sus culturas quedan bastante lejos de nuestro alcance. Centrándonos un poco más en el marco contextual de este blog, podríamos afirmar que mientras nuestra música queda, inevitablemente (apréciese el tono ligeramente irónico), al alcance de los oídos inmigrantes, sus músicas populares o contemporáneas nos quedan totalmente alejadas. Aunque seguramente con los iberoamericanos compartimos ciertas raíces y quizá su música nos resulte más cercana, de las otras culturas musicales poco o nada sabemos. El sistema de integración multirracial en España no está para nada normalizado, en parte a causa del descontrol que ha acompañado desde el principio al fenómeno inmigratorio. Como hemos podido ver en el film de Laurent Cantet, “La Clase”, la tendencia “natural” es a fomentar y fortalecer las actitudes aislantes, los “guetos”. Buena prueba de ello la encontraríamos en cualquier instituto público español; en los tiempos de recreo los alumnos suelen juntarse según su nacionalidad, y en casos como el chino, la relación con otros es prácticamente nula. Musicalmente hablando, en Castellón, por ejemplo, hay discotecas que son prácticamente exclusivas para ciudadanos rumanos. Todo esto genera un régimen de desigualdades que no favorece para nada a la cultura. Y es que la cultura no puede ser sino multicultural.