El mundo no volvería a ser el mismo tras la 2ª Guerra Mundial. Fue un conflicto absolutamente devastador (en el que la publicidad jugó un papel destacado) y cuyas consecuencias directas e indirectas influirían profundamente en la sociedad moderna. El desenlace del conflicto dejaría a EEUU como primera potencia mundial, con un dominio casi más abrumador que la Inglaterra victoriana. Era un referente mundial a todos los niveles; económico, militar, cultural… Además, ejerció de liberador del mundo occidental, poniendo fin a la guerra y al hambre y ofreciendo la posibilidad de nuevas riquezas y, en definitiva, de un nuevo mundo.
EL NUEVO MUNDO
Tras acabar la 2ª Guerra Mundial, las relaciones entre las dos grandes potencias vencedoras (EEUU – URSS) se fueron deteriorando hasta el antagonismo declarado (aunque no fuera así desde un principio, pues colaboraron en la creación de la ONU…), en un proceso que se dilataría durante varias décadas y conocido como “Guerra Fría”. (1) Un auténtico Telón de Acero (como acuñó Winston Churchill en 1946) separaba completamente el mundo en dos bloques distintos y enfrentados, y obligaba a toda nación a tomar parte en un conflicto que cada vez era más evidente. La Doctrina Truman abogaba por un intervencionismo exterior, que se concretaría en el plan de ayudas económicas que se ofreció a toda Europa para su recuperación del desastre bélico reciente (Plan Marshall). Los efectos fueron tremendamente positivos para los intereses norteamericanos; apoyo europeo a sus políticas, favorecía su hegemonía económica y apartaba a los beneficiarios de la ideología soviética. La URSS por su parte respondió con la Doctrina Jdánov y el Kominform. El bloqueo de Berlín fue el primer choque frontal de las ideologías soviética y norteamericana y acentuaría aún más el partidismo del resto de naciones, que se formalizaría posteriormente en pactos y alianzas militares como la Alianza del Atlántico (posterior OTAN, norteamericana) y el Pacto de Varsovia (URSS). La llamada Primavera de Praga, en 1948, sacó a la luz la dura represión soviética y su actuación desmesurada y brutal, dejando una opinión pública internacional muy desfavorable hacia el régimen soviético (incluso entre personas en principio afines al comunismo) y, en consecuencia, más amiga de la causa occidental. El antagonismo volvería a evidenciarse en la inútil (territorialmente hablando) y devastadora Guerra de Corea (1950-1953). Paralelamente, en EEUU y en la URSS se inició un proceso llamado Caza de Brujas en el que se condenaba de manera compulsiva a cualquier ciudadano de simpatizar con el rival. En el territorio capitalista ésta fue orquestada por el senador McCarthy, que persiguió enfermizamente a actores, intelectuales, progresistas… y que dejaría una profunda huella en la sociedad norteamericana. Empezaba a gestarse un rechazo hacia el abuso de poder y otras causas que germinarían unos años después en movimientos como el hippy. Así pues, en el 1953 se iniciaba una carrera nuclear y espacial entre las dos superpotencias que alcanzaría hasta la mitad de la década siguiente. Mientras, en Europa, aumentaba la simpatía americana a la vez que acontecimientos como la huelga en Berlín Oriental del 53’ y la terrible represión en Hungría en el 56’ socavaban profundamente el apoyo internacional a la causa soviética. En EEUU por su parte, la presidencia de Eisenhower (republicano), endureció ingentemente el control gubernamental en todos los ámbitos, aumentando el número de efectivos de una CIA que empezaba a llevar a cabo acciones encubiertas e ilegales.
La situación en España era terriblemente precaria. A una dura Guerra Civil había seguido una mucho peor posguerra y una casi aún peor política autárquica que había sumido el país en la depresión y el hambre hasta su cese en los venideros años 60’.