El Nacimiento de la Música Moderna

Nueva Orleans, 1817:
Una de las ciudades más cosmopolitas del mundo en la que, sin embargo, la esclavitud estaba a la orden del día. Solo había unas pocas horas de libertad a la semana, los Domingos por la tarde en Congo Square, donde se reunían para cantar, bailar y compartir ritmos de influencias africanas y caribeñas. A partir de entonces, la evolución de la música iría muy ligada a los acontecimientos sociales que se desarrollarían en los años venideros.

viernes, 15 de abril de 2011

La década de la contestación y el funcionalismo de Durkheim

El mundo afrontaba la entrada de la década de los 60’ con una ilusión y una alegría totalmente renovadas, dejando atrás definitivamente la terrible 2ª Guerra Mundial y todos los acontecimientos que orbitaron a su alrededor. En EEUU, John Fitzgerald Kennedy (que había ascendido a la presidencia del país en el mismo 1960) era el rostro de la nueva orientación política que pretendía reorganizar el mundo a partir de unos nuevos valores mucho más liberales. Su asesinato pocos años después fue tan sólo uno de los muchos acontecimientos que harían tambalearse al mundo durante una de las décadas más bulliciosa del s. XX. La década, en todas sus manifestaciones culturales, políticas… estuvo muy marcada por un activismo social enorme, una ilusión y una alegría desbordantes, la presencia de las drogas y ciertos episodios de violencia. Conflictos como la Guerra de Vietnam, la lucha por los derechos de la población negra en EEUU y el Mayo Francés del 68’ son algunos de los acontecimientos más destacados. En la base de todos estos conflictos había, no obstante, un denominador común: la lucha por cambiar unos valores y unas dinámicas preestablecidas y que la sociedad (y las juventudes como elemento de la sociedad más proactivo) no compartía o había decidido dejar de seguir.

El consenso y la cohesión social habían desaparecido en muchos aspectos, a pesar de los esfuerzos de un Estado que no apoyaba los deseos de su población (teoría del conflicto dentro del funcionalismo). Así pues, el movimiento hippy nacía como respuesta pacifista a acontecimientos como la Guerra de Vietnam, y la revolución sexual que predicaban los jóvenes no era sino una forma de escapar del estrecho cerco que los anticuados valores morales aún ceñían sobre ellos. Sociológicamente hablando, los intereses de unos y otros no podían estar más encontrados.

En cuanto a la música, la década estuvo marcada por dos grandes corrientes. En primer lugar, la música folk que encabezaban artistas como Bob Dylan, Joan Baez o Pete Seeger. Eran canciones protesta con un marcado contenido pacifista y estaban directamente inspiradas en los acontecimientos que se estaban desarrollando en la década. En segundo lugar, pero no menos importante, la llamada Invasión Británica. Grupos como The Beatles, The Kinks, The Rolling Stones o The Who irrumpieron con gran fuerza en el mercado internacional. Así pues, en EEUU empezarían a aparecer bandas que, a la gran influencia de todas las anteriores, añadirían su propio estilo. Hablamos de bandas como Creedence Clearwater Revival, Lynyrd Skynyrd, Jefferson Airplane o The Doors. A pesar de que muchos Estados aprovecharan el filón de ciertos artistas para fortalecer su posición tratando de adaptarse a las nuevas tendencias (nuevos valores), el carácter de muchas de las estrellas escapaba totalmente a su control y a su voluntad. A las amables melodías de los primeros Beatles (suficientemente correctas para los intereses del Estado) seguirían las explícitas letras de los Stones (que trataban temas como el sexo y las drogas sin tipo de tapujo), las temerarias provocaciones de Jim Morrison y sus Doors en la televisión americana (quienes, aún siendo alertados, se negaron a cambiar un verso de Light My Fire en el mediático The Ed Sullivan Show, dejando al propio Ed Sullivan visiblemente enfadado, lo que les valió un largo veto televisivo) o las bacanales y excesivas fiestas que organizaban los Who en plantas de hoteles enteras (y que, en una ocasión, acabó con un Rolls Royce en la piscina de un Holiday Inn, cadena hotelera que no volvería a acoger a la banda nunca más), etc.

El papel de muchos de estos artistas fue clave para modificar ciertos valores y ciertos aspectos de la sociedad que se encontraban verdaderamente desfasados (el pacifismo, la democracia o la libertad). El Estado trató siempre de controlar, con mayor o menor éxito, este proceso de reciclaje moral que tanto necesitaba el mundo después de una dura 2ª Guerra Mundial y una hostil y gris Guerra Fría en sus inicios. El Estado pues, en la línea de las teorías de Durkheim, se encargaba de preservar y controlar (en la medida de lo posible) los valores morales del sistema. Sin embargo, a esta “revalorización” acompañaría, paradójicamente, una progresiva pérdida de valores que ya en los años 60’ podríamos identificar. Al pacifista Festival de Woodstock siguió, pocos meses después el agitado  y violento Altamont, mientras bandas como The Stooges, liderada por Iggy Pop, radicalizaban aún más su discurso y sus letras, anticipando lo que pocos años más tarde encontraría su auge en el punk. Este fenómeno y la respuesta de los neo-cons tiene aspectos sociológicamente muy interesantes para el contenido de nuestro blog, y su análisis será de obligada tarea en futuras entradas de Congo Square.


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